La verdad es que he avanzado mucho en mi condición de bloggero; por el número de visitas, pareciera que mi intento será un fracaso (salvo que pase a amarillarme o empezar a colgar la Chica IA los domingos!)...
He encontrado en Facebook un espacio similar al del blog, donde puedo colgar links, videos y otros enlaces de manera más sencilla y eficiente para mi público objetivo... así las cosas, si lees este blog o te lo recomiendan, buscame en FB...
Existe una creencia, casi generalizada, sobre la imperiosa necesidad de salvar los puestos de trabajo industriales; hasta hace no mucho, esa creencia giraba en torno a los puestos de trabajo en el agro. ¿Qué ha cambiado? En corto, la productividad sectorial. En 1780, el 90% de la población de Estados Unidos -uso el ejemplo estadounidense por una sencilla razón: data confiable- trabajaba en el campo; hoy, la población dedicada al agro no excede el 2.5%. En el transcurso del tiempo, nueva tecnología, equipos y mejoras del capital humano han permitido incrementar la productividad a tal nivel que ese 2.5% produce significativamente mayores unidades totales que el 90% de fines del siglo XIX, razón por la cual la participación de los productos agrícolas se ha reducido de 25% (del total del gasto familiar promedio) a 9%.
De manera similar, tal como ocurrió con el sector agrícola, el sector manufacturero sufre actualmente cambios fundamentales. De un pico cercano al 40% del total de puestos de trabajo -en 1945- hoy no llega al 9% de los mismos. En esos casi sesenta años, sin embargo, el valor agregado por trabajador -en el sector- ha pasado de $5,000 a cerca de $115,000.
Es decir, se ha duplicado cada 13 años. Ese extraordinario crecimiento de la productividad se ha traducido en una reducción importante en los precios de los bienes manufacturados, mientras, simultáneamente, se han mejorado sustancialmente las características de los mismos: una Apple de 7 MHz, 128 KB de memoria y con drive apto para floppy's costaba en 1984 -a precios del 2009- $5,186; hoy, una Apple con 3.06 GHz, 500 GB y superdrives cuesta $1,199. Productividad: ésa es, ha sido y será la clave del desarrollo.
¿Adónde se ha trasladado el gran segmento laboral? Pues al sector servicios.
En Estados Unidos, para seguir con el ejemplo, el 79% de la masa laboral se encuentra en servicios: abogados, médicos, IT, tiendas, restaurantes, entre otros.
Esta transformación implica la necesidad de cambios sustanciales en diversos aspectos político-económicos: las leyes laborales, por ejemplo, requieren de la máxima flexibilidad posible, dado que el sector servicios es por definición dinámico y marginalmente rentable. Las barreras arancelarias y otras protecciones, por ejemplo, manipulan el sistema de precios, creando espacios para la aparición de mercados negros y otro tipo de soluciones extralegales. La calidad de las instituciones es primordial para el buen desempeño de dicho sector; por ello, la incapacidad del Estado para controlar las movilizaciones -ilegales e injustificadas- por parte de la minería ilegal es sumamente preocupante.
¿Qué pasó exactamente el 5 de Abril de 1992? Un grupo nos quiere vender una idea sencilla que transita una apriorística visión de un grupo corrupto y totalitario que buscaba, bajo cualquier pretexto, hacerse de toda la pirámide de poder guiados por los más bajos instintos; otro grupo quiere hacernos creer que el auto-golpe era la única vía frente a una oposición política que hacia ingobernable el país.... ¿hay alguna tercera visión?
En mi opinión, es mucho más complejo que todo eso... lo que no significa que no se pueda interpretar o conjeturar. Por un lado, es cierto que la oposición hacia poco o nada para ayudar en aquella época; también es cierto que Fujimori ya tenía un pasado oscuro (las denuncias de terrenos en Pampa Bonita de César Hildebrandt eran bastante claras; recuerdo en la casa de mis padres a César contando los pormenores de dichas movidas), y que el poder total en manos de una persona oscura no podía terminar en otra cosa que una dictadura.
El 5 de Abril permitió, en mi opinión, la victoria sobre el terrorismo del MRTA y Sendero Luminoso; sobre si fué específicamente AFF el artífice de la victoria, no me parece relevante. Se les venció y ese era un objetivo nacional; las formas, por supuesto, no fueron legales y sobre si AFF sabía estrictamente de ello, no me queda claro del documento de la CVR (del cual he leído el resumen). Lo que si es claro es que el autoritarismo y el totalitarismo del régimen se incrementó año a año, seguido de una atmósfera de corruptelas y engaños. El ambiente era nauseabundo para fines de la década.
Una pregunta que queda es ¿si el 5 de Abril se constituye como una bisagra de los cambios posteriores, hubiese sido mejor que no ocurra? Los antifujimoristas dirán que si, que mejor hubiese sido que no ocurriese; empero, el Efecto Mariposa nos podría llevar a una realidad actual muy distinta, parecida más a la del medio oriente que a la actual...
En fin; creo que, lamentablemente, el tema está demasiado polarizado, y todos tienen intereses en aparecer como "anti-F" o "fujimoristas"; en el medio, muchos nos quedamos sin respuestas y sin poder aprender del pasado.
Lección del 5/4 que me quedo: que las dictaduras que liberalizan los espacios económicos terminan, necesariamente, en una liberalización de las prácticas políticas e individuales... le sucedió a Fujimori. y les sucedió a Pinochet y a los tigres asiáticos. De paso, ese fué el mensaje de M. Friedman a Pinochet al comienzo de las reformas, y no se equivocaba...
Viabilidad de las Reformas en 1980 Juan José Garrido Koechlin
La semana pasada publicamos un estudio (Ferreira y Garrido, “El Perú que pudo ser”, Diario Correo) contrafactual –una historia alternativa- de la situación actual del Perú de haberse realizado las reformas económicas en 1980, en lugar de 1990. Los resultados fueron impresionantes: el ingreso per cápita sería hoy 106% más alto, 266,075 niños no estarían pasando hambre, 6’149,638 menos de peruanos “pobres” y, lo más indignante, 296,043 niños no hubiesen muerto prematuramente. En el estudio en cuestión, sobre la viabilidad de las reformas, sostuvimos: “al recuperarse la democracia en 1980, las élites políticas fueron incapaces de revertir el modelo económico imperante”. Frente a dicho marco, las objeciones se han realizado en el siguiente contexto: ¿era factible realizar las reformas en 1980? A nuestro parecer, claramente si. En primer lugar, por la capacidad del Presidente Belaunde -en dicho momento- de realizarlas: un gobierno elegido democráticamente luego de 12 años de dictaduras militares -razón por la cual el gobierno contaba con altos niveles de legitimidad- y mayoría en el Congreso –el partido gobernante y sus aliados sumaban más del 50% de los escaños. En segundo lugar, por la relativa fortaleza económica del Perú en 1980 frente a 1990. De la desastrosa dictadura militar se pueden decir muchas cosas, pero económicamente hablando, estábamos mejor en 1980 que en 1990. Es cierto que la situación de 1990 es un subproducto del régimen económico del periodo 1960-1980; empero, la estabilidad fiscal y monetaria en 1980 era superior a la de 1990. En tercer lugar, por la –sustancialmente- diferente situación sociopolítica: lo que en 1980 era un insipiente grupo armado se convierte, para 1990, en uno de los más sanguinarios contingentes terroristas de la historia mundial –nos referimos a Sendero Luminoso y el MRTA. Sin duda, una cosa era hacer las reformas sin las actividades paralelas de dichos grupos terroristas y otra muy distinta era lidiando con ellos simultáneamente. Finalmente, no podemos dejar de lado el contexto internacional: en 1990, como resultado de las nefastas prácticas económicas respecto al pago de la deuda externa, el Perú era un paria del sistema financiero multilateral, el cual no solo financia este tipo de reformas, sino que apoya con capitales humanos y expertise, altamente necesarios en ese tipo de situaciones. Adicionalmente, ya existían –en 1980- ejemplos exitosos de reformas, Corea del Sur, Taiwán, Chile, Hong Kong, entre otros (cierto es que la gran mayoría de ellos eran sistemas dictatoriales). La pregunta, creemos, no es si se podían o no hacer las reformas, sino ¿por qué no se realizaron?
En lato, soy un libre pensador; en estricto, Economista y Doctor en Ciencias Administrativas. Me encanta la ciencia, la tecnología, la innovación y la creatividad...en otras palabras, quisiera ser un liberal multidisciplinario...