Pobreza y los progresistas locales. Hace unas semanas, en un evento de economía, el Viceministro de Hacienda pronosticó una caída en los niveles de pobreza espectaculares; para el 2019, la pobreza se reducirá del 37% actual a 25%. Nuestras proyecciones arrojaron datos muy cercanos (24,6%). Siendo esto así, ¿por qué la prensa progresista, tan entusiasmada con identificar problemas en el actual modelo, no dice algo? ¿Qué pasa? ¿No les interesa? ¿Creen que la data no es confiable? ¿Han realizado proyecciones y los resultados son disimiles? No entiendo aún como se llenan la boca –y las columnas de opinión- hablando del progresismo y el hombre nuevo pero no les parece importante o destacable una noticia como ésta. ¿Será que, en el fondo, no les importa?
Nuevo (des)balance de poderes. El Estado de Derecho peruano –y de éste, la democracia- se sustenta en el balance de tres poderes reconocidos por la Constitución del Perú: El Poder Judicial, El Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. No interesa el orden porque cada uno –supuestamente- es independiente y autónomo. Hoy en día, sin embargo, constatamos que existen dos nuevos poderes –y habría que recalcar, fácticos-, creados bajo un clima de inexperiencia y guiados por la arrogancia de los nombrados en los cargos. Me refiero al Tribunal Constitucional y a la Defensoría del Pueblo, dos instituciones que han tomado decisiones de políticas públicas como ejercicio natural de sus funciones, amparados en un argumento ad baculum: dado que el Tribunal y Defensoría son instituciones con un poder respaldado por la prensa y el conjunto de progresistas, entonces todos miramos al costado cuando se superponen al resto de poderes. ¿Quién les otorgó ese poder? ¿Cómo lo mantienen? ¿Hasta dónde pueden llevar sus acciones? ¿Servirán las leyes –la Constitución- para limitarlos, cuando ellos la interpretan, desafían y utilizan en provecho?
Arsenal anticrisis. Desde el inicio de la actual Crisis Financiera Global, los proponentes de soluciones intervencionistas han conseguido la aplicación de dichas políticas a rajatabla: emisión, reducción de tasas de interés, regulaciones más ceñidas, entre otros. Hoy, pasados ya más de dos años, no se avizoran aún mejoras sustanciales en los indicadores globales y sí potenciales descalabros, como un default masivo en las deudas soberanas. Frente a ello, ¿qué armas le quedan a la FED, al BCE y otros bancos centrales? Ninguna; las tasas cercanas a cero, incapaces de emitir bonos, con un peligro inflacionario… ¿Nadie pensó que en un maretazo las “barredoras” son impredescibles? Como bien dicen algunos, sólo queda rezar. ¿Y los ateos, qué hacemos?
Nuevo (des)balance de poderes. El Estado de Derecho peruano –y de éste, la democracia- se sustenta en el balance de tres poderes reconocidos por la Constitución del Perú: El Poder Judicial, El Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. No interesa el orden porque cada uno –supuestamente- es independiente y autónomo. Hoy en día, sin embargo, constatamos que existen dos nuevos poderes –y habría que recalcar, fácticos-, creados bajo un clima de inexperiencia y guiados por la arrogancia de los nombrados en los cargos. Me refiero al Tribunal Constitucional y a la Defensoría del Pueblo, dos instituciones que han tomado decisiones de políticas públicas como ejercicio natural de sus funciones, amparados en un argumento ad baculum: dado que el Tribunal y Defensoría son instituciones con un poder respaldado por la prensa y el conjunto de progresistas, entonces todos miramos al costado cuando se superponen al resto de poderes. ¿Quién les otorgó ese poder? ¿Cómo lo mantienen? ¿Hasta dónde pueden llevar sus acciones? ¿Servirán las leyes –la Constitución- para limitarlos, cuando ellos la interpretan, desafían y utilizan en provecho?
Arsenal anticrisis. Desde el inicio de la actual Crisis Financiera Global, los proponentes de soluciones intervencionistas han conseguido la aplicación de dichas políticas a rajatabla: emisión, reducción de tasas de interés, regulaciones más ceñidas, entre otros. Hoy, pasados ya más de dos años, no se avizoran aún mejoras sustanciales en los indicadores globales y sí potenciales descalabros, como un default masivo en las deudas soberanas. Frente a ello, ¿qué armas le quedan a la FED, al BCE y otros bancos centrales? Ninguna; las tasas cercanas a cero, incapaces de emitir bonos, con un peligro inflacionario… ¿Nadie pensó que en un maretazo las “barredoras” son impredescibles? Como bien dicen algunos, sólo queda rezar. ¿Y los ateos, qué hacemos?
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